Evangelina me seguía hace tiempo, nos unía una amiga en común, pero recién se animó a escribirme cuando sintió que estaba lista para mirar su casa con otros ojos.
Su primera excusa (como tantas que escucho en las asesorías) fue que “no hacía falta contratar diseño porque la casa era nueva”. Pero aunque el espacio haya sido construido hace poco, lo importante es cómo lo vivís hoy. En su caso, la construcción había sido progresiva y los ambientes, más bien chiquitos.
¿Mi respuesta? Los espacios pequeños también se pueden diseñar. Y deben ser pensados con intención.
El desafío era reordenar los usos en un espacio integrado y reducido, buscando una sensación más liviana, funcional y armónica. Desde el Diseño Emocional, nos guiamos por la idea de crear un hogar acogedor, cómodo y relajado —esos tres pilares que invito a cultivar siempre.
Mejoramos la distribución, optimizamos el guardado, trabajamos en la iluminación de cada sector y revisamos la comodidad de los muebles del living. Cada rincón debía tener su propósito… y su respiro.
Comencé a seguir a Anita en redes y me encantó su forma de comunicar: simple, cotidiana, con tips que inspiran y transforman. Nos encantaron sus ideas, y como familia nos renovó con su propuesta. Los animo a conocerla y entregarse al cambio.